La Disciplina

Entrenar Jiu-Jitsu es una lucha diaria contra uno mismo. Desde el momento en que te pisas el tatami, te enfrentas no solo a tu oponente, sino también a tus propios miedos, inseguridades y límites. En las palabras de Bruce Lee: «No te establezcas dentro de una forma, adáptala y constrúyela. Sé como el agua». El Jiu-Jitsu encarna esta idea de fluidez y adaptación. Cada técnica, cada caída y cada defensa no son meros movimientos, sino lecciones de vida que nos enseñan a fluir, a adaptarnos y a evolucionar ante la adversidad.

El Jiu-Jitsu es una disciplina que exige humildad. El filósofo Friedrich Nietzsche decía: «Lo que no me mata me hace más fuerte», y cada sesión en el tatami es una reafirmación de esto. Cada derrota es una oportunidad para fortalecerse, para aprender y para redefinir lo que creemos posible. Pero es fácil rendirse. Cuando las fuerzas fallan y el cansancio mental se apodera de ti, es ahí donde muchos abandonan. Sin embargo, lo que mantiene a los verdaderos practicantes avanzando es la sensación de progreso. Es esa chispa, ese «clic» que sucede cuando comprendes una técnica, cuando superas un obstáculo, cuando te das cuenta de que eres más fuerte de lo que alguna vez creíste.

Por otro lado, no entrenar Jiu-Jitsu también es una batalla, pero de una naturaleza diferente. Vivir sin esa lucha diaria en el tatami puede parecer una vida incompleta. El vacío que deja la falta de entrenamiento es como el eco de un propósito no alcanzado. El filósofo Viktor Frankl, en su obra El hombre en busca de sentido, destacó que «El hombre no busca el placer, sino el sentido». El Jiu-Jitsu, más allá de ser un deporte, se convierte en una búsqueda de sentido. No es solo un ejercicio físico; es una práctica que da estructura a la vida, que desafía constantemente el espíritu y que aporta una sensación de propósito y claridad.

Al ver a otros entrenar, sientes ese fuego en tu interior. La energía acumulada y la pasión por el arte del Jiu-Jitsu claman por ser liberadas. Al no entrenar, es como si estuvieras cerrando una parte vital de ti mismo, negándote el crecimiento que solo este desafío puede ofrecer. En palabras de Epicteto: «No es lo que te sucede, sino cómo reaccionas a ello lo que importa». El Jiu-Jitsu te enseña exactamente eso: a no permitir que las circunstancias externas dicten tu destino, sino a tomar control y forjar tu camino.

En Temple Dojo entendemos que entrenar Jiu-Jitsu es duro, pero vivir sin Jiu-Jitsu puede ser aún más difícil. Es una forma de vida, una filosofía de resiliencia y autoconocimiento. Si sientes que algo te falta, si buscas un propósito más profundo, el Jiu-Jitsu te espera para revelarte lo que eres capaz de ser. Da el primer paso hacia tu mejor versión, y permítenos guiarte en este viaje.

por: Diego Soto.